Miles de almas que deambulan por la vida,
trashumantes de un mundo sin destino
buscando sin descanso algún camino
que les devuelva la esperanza ya perdida.
Y en esa existencia penosa y abatida
los traficantes de un sueño tan mezquino
maldicen sin piedad a su funesto sino
por sentenciarlos a un sendero sin salida.
Y siguen en su andar, maltrechos, alienados,
cual bestias malheridas, con pasos ya cansados,
en busca de lograr los sosiegos tan negados.
Hasta el postrer aliento lo han de soportar,
la quimera está cerca, muy cerca de alcanzar.
Aquella luz presagia: resistir y perdurar
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