Luego de analizar bastante el comportamiento de la humanidad, he llegado a la conclusión de que el ser humano está siempre disconforme con su actitud frente a la vida.
Primero quiere casarse y luego se arrepiente; entonces se divorcia, y también se arrepiente; por eso, se vuelve a casar. Lucha sin miramientos para lograr riqueza y poder y cuando alcanza el apogeo, envidia la simpleza de un pescador. Ante la primera dificultad se va del país, y cuando está lejos siente nostalgia por volver. Desea con fervor tener un hijo, y antes de que el niño cumpla los dos años lo ubica en un Jardín de Infantes para sacárselo de encima por unas horas.
Está disconforme con el hogar en que ha nacido, con su nombre, con su cuerpo.
Construye la casa de sus sueños y cuando la finaliza, comienza a refaccionarla. Elige una carrera convencido de su vocación y cuando ha llegado a la mitad, la abandona y comienza otra.
Yo que anduve mucho por la vida he visto todo tipo de arrepentidos... Morenas arrepentidas devenidas en rubias. Gordos arrepentidos transformados en flacos con colgajos. Y hasta hombres arrepentidos convertidos en mujer, que algunas veces se arrepienten del cambio y desean volver a su sexo original.
Por qué no estarán satisfechos con sus propias vidas? Siempre queriendo vivir la vida del otro, que por supuesto tampoco está conforme con la suya...
Hay creyentes arrepentidos que ahora son agnósticos. Pecadores arrepentidos que intentan redimirse. Comunistas mudados al capitalismo. Ladrones conversos que hoy dan sermones.
Adúlteros, traidores, psicópatas y hasta asesinos arrepentidos. Oí hablar sobre una "ley del arrepentido", por lo que parece que no sólo yo he observado esta actitud, ya que existe legislación sobre ella.
Con la sabiduría que me dan mis años, puedo afirmar que no hay una sola persona en la faz de la tierra que en algún momento de su vida no haya estado disconforme con ella y que no existe nadie que no se arrepienta de algo que hizo, dijo o pensó.
Creo que es hora de abandonar mis cavilaciones filosóficas... Oigo llegar un auto. Si... es él. Será mejor que empiece a mover mi cola para recibir a mi amo... No sea cosa de que este hombre disconforme se arrepienta de haberle dado cobijo a este perro viejo y vagabundo y me ponga de patitas en la calle.
martes, 21 de septiembre de 2010
miércoles, 15 de septiembre de 2010
Poemas de Oliverio Girondo
Quiero compartirlos, porque para mí es el mejor poeta argentino de todos los tiempos.
http://www.los-poetas.com/e/giro.htm
http://www.los-poetas.com/e/giro.htm
martes, 7 de septiembre de 2010
HUBIERA QUERIDO SER...
Hubiera querido ser el psicólogo de Freud o la maestra de Sarmiento. Dibujante de Caras y Caretas o garzón de un café de París.
Hubiera querido ser una atrevida corista del Mouline Rouge dibujada por Toulouse-Lautrec o la vecina de la casa de Bernarda Alba. Afinador de guitarras en Liverpool o tejedora de bufandas de Isadora Duncan.
Hubiera querido ser la pelota que acarició Maradona en México o la bala que mató a Favaloro para nunca salir de ese arma. La vendedora del zapato de Cenicienta o la esposa de un buscador de oro.
Hubiera querido poner al menos un tornillo en la torre Eiffel o haber lavado las probetas de Sabin. Ser un oído sano para Beethoven o los brazos de la Venus de Milo.
Hubiera querido ayudar a Schindler a hacer su lista o haber sido enfermera en la Guerra de Malvinas. Locutora de turno de José Sacristán en sus noches de radio o la Rosaura de Marco Denevi.
Hubiera querido ser un cirujano que curara al jorobado de Notre Dame o una dama mendocina que bordara la bandera que cruzó Los Andes. La peluquera de María Antonieta o el guardavidas de Alfonsina Storni.
Hubiera querido ser compañera de Sor Juana Inés de la Cruz en la celda del convento. Pararme sobre los puentes de Madison o tripular alguna de las Apolo.
Hubiera querido ser el capitán del barco que trajo a mis abuelos de España o la dueña de la tienda donde Rita Hayworth compraba sus guantes. El sastre de George Sand, el reparador de sueños de Silvio Rodríguez o el vendedor de óleos de Leonardo.
Hubiera querido ser la sonrisa de mi padre o la ingenuidad de mi madre. Modista de Scarlett O’Hara o amante de Rodolfo Valentino. Ser Anastasia, Mata Haris o María Magdalena.
Hubiera querido cantar a dúo el himno con Mariquita Sánchez de Thompson, posar para Miguel Angel, o compartir una tertulia con Manuelita Rosas.
Pero soy quien soy… y no puedo evitarlo.
Pero sigo soñando… y no quiero evitarlo.
Hubiera querido ser una atrevida corista del Mouline Rouge dibujada por Toulouse-Lautrec o la vecina de la casa de Bernarda Alba. Afinador de guitarras en Liverpool o tejedora de bufandas de Isadora Duncan.
Hubiera querido ser la pelota que acarició Maradona en México o la bala que mató a Favaloro para nunca salir de ese arma. La vendedora del zapato de Cenicienta o la esposa de un buscador de oro.
Hubiera querido poner al menos un tornillo en la torre Eiffel o haber lavado las probetas de Sabin. Ser un oído sano para Beethoven o los brazos de la Venus de Milo.
Hubiera querido ayudar a Schindler a hacer su lista o haber sido enfermera en la Guerra de Malvinas. Locutora de turno de José Sacristán en sus noches de radio o la Rosaura de Marco Denevi.
Hubiera querido ser un cirujano que curara al jorobado de Notre Dame o una dama mendocina que bordara la bandera que cruzó Los Andes. La peluquera de María Antonieta o el guardavidas de Alfonsina Storni.
Hubiera querido ser compañera de Sor Juana Inés de la Cruz en la celda del convento. Pararme sobre los puentes de Madison o tripular alguna de las Apolo.
Hubiera querido ser el capitán del barco que trajo a mis abuelos de España o la dueña de la tienda donde Rita Hayworth compraba sus guantes. El sastre de George Sand, el reparador de sueños de Silvio Rodríguez o el vendedor de óleos de Leonardo.
Hubiera querido ser la sonrisa de mi padre o la ingenuidad de mi madre. Modista de Scarlett O’Hara o amante de Rodolfo Valentino. Ser Anastasia, Mata Haris o María Magdalena.
Hubiera querido cantar a dúo el himno con Mariquita Sánchez de Thompson, posar para Miguel Angel, o compartir una tertulia con Manuelita Rosas.
Pero soy quien soy… y no puedo evitarlo.
Pero sigo soñando… y no quiero evitarlo.
CONTRADICCIONES
Puedo sentir que estallo de alegría o sumergirme en la más profunda de las depresiones, en sólo unos minutos.
Puedo ser tan creyente como agnóstica, tan temeraria como cobarde, tan altruísta como egoísta, tan frugal como desmesurada.
Puedo sentir que tengo el mundo en mis manos o creer que él me aplasta.
Puedo amar y odiar, confiar y sospechar, defender y atacar, reír y llorar.
Puedo sentir que sólo soy una patada o creer que el Universo gira en torno a mí.
Puedo alternar manía con depresión, seguridad con incertidumbre, intelectualidad con apasionamiento. Razón con sinrazón, consuelo con desconsuelo, mentiras con verdades.
Puedo sentir que soy benévola y maléfica, práctica y teórica, lacónica y excéntrica, fatídica y utópica.
Me lastimo y me acaricio, me agito y me sosiego, me entrego y me niego. Me oculto, me asomo, me quedo y me marcho.
Puedo sentir que nazco, y muero, y resucito... en el mismo momento en que escribo lo que escribo... y me arrepiento.
Puedo ser tan creyente como agnóstica, tan temeraria como cobarde, tan altruísta como egoísta, tan frugal como desmesurada.
Puedo sentir que tengo el mundo en mis manos o creer que él me aplasta.
Puedo amar y odiar, confiar y sospechar, defender y atacar, reír y llorar.
Puedo sentir que sólo soy una patada o creer que el Universo gira en torno a mí.
Puedo alternar manía con depresión, seguridad con incertidumbre, intelectualidad con apasionamiento. Razón con sinrazón, consuelo con desconsuelo, mentiras con verdades.
Puedo sentir que soy benévola y maléfica, práctica y teórica, lacónica y excéntrica, fatídica y utópica.
Me lastimo y me acaricio, me agito y me sosiego, me entrego y me niego. Me oculto, me asomo, me quedo y me marcho.
Puedo sentir que nazco, y muero, y resucito... en el mismo momento en que escribo lo que escribo... y me arrepiento.
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