miércoles, 25 de agosto de 2010

PLACERES Y DISPLACERES DE UNA MUJER SOLA

La vida de una mujer sola no es fácil, dicen algunas. La vida de una mujer casada no es fácil, dicen otras. La vida de una mujer no es fácil, dicen las más pesimistas. Creo que la vida puede ser más fácil o más díficil de acuerdo a las circunstancias. Fui una mujer casada, soy una mujer sola, por lo tanto me considero con autoridad para dar mi opinión sobre ambas cosas.



Pero hoy me interesa hablar sobre la vida de una mujer sola. De sus placeres y displaceres, de sus ventajas y desventajas, de sus alegrías y sus tristezas.


Considero que los beneficios de vivir sola son innumerables. Muchos más de lo que pensaba. Bastaría con decir que puedo dejar la lámpara prendida hasta altas horas de la madrugada, y aún toda la noche si así lo deseo. Esto podría parecer algo banal, pero les aseguro que no lo es. Otro de los grandes placeres: escuchar sólo la música que a mí me gusta y al volumen que yo decido.


Es sumamente placentero, en las frías noches deinvierno poder dormir con un pullover viejo y guantes de lana, sin tener que preocuparte por que tan sexy aparentes. Ni hablar de estirarte en la cama disfrutándola en todo su extensión.


No tengo que preocuparme por mi patética apariencia del instante inmediato al despertar. Ese momento aciago, en el que el espejo me devuelve una imagen desconocida, una extraña criatura producto de la fusión de las caricaturas de Angelina Jolie y Yoko Ono.


Y los beneficios siguen: entrar y salir de casa sin tener que decir adonde voy y cuanto tiempo tardaré en regresar, la tabla del baño siempre seca, ningún resto de afeitada en la pileta, jugar trivias hasta que amanece, comer el único alfajor que hay en la alacena sin sentirme obligada al heroico acto de ofrecer la mitad.


Y hay más aún... No cocinar, no lavar ropa interior masculina, no ceder el sillón, no compartir el diario, no discutir, no negociar, no resignar el turno del baño, no planchar camisas, no desconfiar...


Pero debo ser honesta y decir que también esta situación tiene sus contras. Debo confesarlo... En las desapacibles noches invernales, cuando cansada del andar diario, me echo en la cama, dispuesta a relajarme, ese es el momento en el que necesito un hombre. Sí, lo necesito. Un hombre fuerte, de actitud segura, manos firmes. Un hombre que se pare delante mío, que me mire a los ojos, decidido, seguro, predispuesto, y que con toda su virilidad... me ayude a sacarme las malditas botas largas sin cierre. Quien no ha tenido unas, no se imagina lo difícil que es para una mujer sola desembarazarse de ellas.


Y si decido seguir siendo honesta, debo decir que hay otras circunstancias en la que añoro la presencia masculina. Creo que es casi imprescindible a la hora de destapar la Coca Zero. Desconozco cual es la razón que lleva a la multinacional a ajustar cada vez más las tapas, algo debe haber detrás de eso. Quizás marketing, quizás mensaje subliminal. No sé... pero lo cierto es que ese trámite se complica cada vez más para una mujer. En cambio un hombre, por frágil que sea, siempre es capaz de tener la fuerza necesaria para hacerlo. La fuerza del hombre... Siempre la envidié (además del hecho de que puedan orinar de parados). Yo creo, a riesgo de ser considerada blasfema, que Dios se equivocó al momento del reparto de fuerzas. Somos nosotras las que la necesitamos! Ya sea para levantar a un niño de 20 kg, con su brazo fracturado y correr al hospital más cercano; o para subir a la terraza con un balde cargado de ropa para tender; o para venir del supermercado con tres bolsas llenas de alimentos en cada mano. Sí, creo que se equivocó...


Como ya ven, son más las ventajas que las desventajas que tiene la vida de una mujer sola. Yo elijo seguir siéndolo. Aún cuando algunas personas te miren con un dejo de compasión cuando te ven cambiando un neumático, o yendo al cine sola, o destapando una cañería. A ellos les digo:


Estoy sola por elección, y no por imposición.


Disfruto cada momento de mi vida en soledad. Gozo de cada uno de los placeres, por pequeños y banales que sean.


En cuanto a las desventajas... son mínimas y solucionables. Sólo tendré que recordar pedirle al kiosquero que me destape la Coca y desestimar las botas sin cierre, por más tentadora que se vean en la liquidación.-



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